Los tiburones pueden ser más valiosos en el mar que en la sopa, pero el mensaje va más allá de la economía

by André Cisneros-Montemayor

En un estudio reciente del Fisheries Economics Research Unit (Unidad de Investigación en Economía Pesquera), elaborado en conjunto con investigadores en universidades de Hawaii y Baja California Sur, encontramos que el ecoturismo mundial en torno a los tiburones genera más de USD$300 millones al año, con proyecciones de crecimiento a más de USD$780 millones al año dentro de las próximas dos décadas. En comparación, el valor desembarcado (lo que se paga a los pescadores) de la pesca mundial de tiburones es de alrededor de USD$600 millones al año y ha venido disminuyendo hace más o menos una década.

El estudio recibió bastante atención de los medios, desde Scientific American hasta el Wall Street Journal, en su mayoría enfocados a la magnitud de los números, la situación de las poblaciones de tiburones a nivel mundial y el debate actual en cuanto a la demanda Asiática de sopa de aleta de tiburón. Todos estos son aspectos clave de la discusión en torno a la conservación de los tiburones – y lo que significa para nuestros ecosistemas marinos – en todo el mundo, pero aquí hay otro mensaje importante aquí (brinca hasta el último párrafo si no te gusta el suspenso).

Me han preguntado, si de verdad espero que la gente deje de comer sopa de aleta de tiburón y en lugar de eso de vayan a bucear con ellos, y si ello por si mismo resolverá los problemas en cuanto a la conservación de los tiburones. Las respuestas son: tal vez y no.

El ecoturismo definitivamente acerca a la gente al medio ambiente (lo cual hace falta en muchas urbes), y puede disparar cambios fundamentales en nuestra percepción y actitud acerca de nuestro papel en la conservación de la naturaleza. En el caso de la sopa de aleta de tiburón, ya hay grupos trabajando dentro de las comunidades Chinas para ayudar a informar a la gente acerca de los efectos negativos de la sobrepesca de tiburón y posibles alternativas para la sopa de aleta (e.g., Shark Truth). Estos cambios de actitud entre las generaciones son parte integral de los resultados exitosos, particularmente cuando surgen dentro de las comunidades mismas, evitando percepciones de ‘imperialismo ambiental’.

La demanda del producto es el motor de la pesca de tiburones, pero a final de cuentas son los pescadores mismos en comunidades de todo el mundo los que toman la decisión diaria de qué hacer con sus recursos naturales, incluyendo los tiburones. Es aquí donde estudios como el nuestro (hay muchos otros estudios excelentes citados en el artículo científico) juegan un papel clave en presentar opciones. Obviamente, la transferencia de resultados como estos desde una revista científica a los pescadores no sería posible sin el trabajo de los medios establecidos y sociales, incluyendo el “de boca en boca”, que ayudan a difundir el hecho de que los beneficios económicos y la conservación no son mutuamente excluyentes.

El ecoturismo difícilmente puede ser la respuesta para todas las comunidades costeras, pero ciertamente hay muchas que han tenido éxito en esta industria. Los ejemplos exitosos tienen en común el contar con un sentimiento de propiedad y cercanía con los recursos naturales (sean tiburones, ballenas, arrecifes, etc.) y el apoyo de los gobiernos locales para mantener un co-manejo dinámico y ofrecer el apoyo legal necesario. Es de igual importancia que el ecoturismo se desarrolle con miras hacia la industria sustentable; las pesquerías de tiburones no han sido insustentables por algo inherente, sino por como las hemos llevado a cabo.

La conclusión sutil pero importante de nuestro estudio es que, en cualquier desarrollo económico, debemos tomar en cuenta la conservación del ambiente y los recursos que nos provee. Aplicando al ecoturismo las lecciones aprendidas después de un siglo de expansión pesquera desbocada, buscamos avanzar hacia una nueva situación donde ganen tanto los humanos como los tiburones.